El tenis ha sido el último deporte del que se han destapado
miserias. Como sucedió con los casos de la federación internacional de fútbol o
con la de atletismo, el periodismo se ha encargado de abrir la puerta por la
que se han ido colando las informaciones comprometedoras. Ahora no se habla de
dopaje médico sino de manipulación financiera de los resultados: tenistas se
habrían dejado ganar a cambio de sumas de dinero proporcionadas por grupos
organizados de apostadores.
Es un tema complicado de afrontar porque la mezcla contiene
avaricia, inseguridad, debilidad y fraude. No estamos hablando de la disciplina
más transparente del mundo en su gestión desde que la organización del circuito
cayó en las manos de la asociación de jugadores. De ningún modo estoy
defendiendo a los dirigentes frente a los profesionales del deporte, pero al
mismo tiempo hay que reconocer que la forma en que la ATP (Asociación de
Tenistas Profesionales) lleva sus asuntos adolece de transparencia en muchos
ámbitos.
La opacidad ha tenido mucho recorrido en el manejo del
dopaje, sus controles y sanciones. Los principales tenistas de la clasificación
mundial ya han lanzado de vez en cuando comentarios en torno al asunto que no
dejaban en demasiado buen lugar a la patronal. Existen sospechas en torno a
campeones de tronío e incluso rumores de que se han ocultado positivos bajo
oportunas lesiones. De todo esto no existen pruebas todavía pero ya hay algunos
medios de comunicación detrás del cotarro.
Decía que ha tenido que ser la prensa quien haya destapado
este caso, como fueron los periodistas quienes informaron de las
investigaciones del FBI a la plana mayor de la federación internacional de
fútbol y quienes reventaron el cambalache que existió en la internacional de
atletismo en torno a los análisis antidopaje, en especial de los atletas de
nacionalidad rusa.
Los tenistas ahora abren la boca para contar sus
experiencias personales a la prensa cuando esa locuacidad debería haberse
producido en el momento en que fueron tentados o amenazados y, más
concretamente, ante la policía. Venir ahora con narraciones heroicas es una
posición muy ventajista que solo sirve para añadir literatura al problema. De
confirmarse la información en toda su extensión, no habrán sido pocos los
partidos amañados, las apuestas dirigidas y el dinero ganado y perdido.
Una cuestión importante es que son muchos los implicados y
estos pertenecen al mundo del tenis y al del hampa. No es que solo hablemos de
delincuencia por un lado porque al aceptar este juego, como al asumir el
dopaje, el deportista está siendo cómplice del tejemaneje por muchos valores
que identifiquen a su profesión. En el caso del fútbol y del atletismo ha
quedado claro que la putrefacción estaba dentro del sistema, en realidad sigue
estando. El universo del tenis y su glamour están por ahora marcados a la
espera de que algo más de claridad y transparencia demuestren la salud de este
deporte en el que hace tiempo que huele a cerrado.