domingo, 29 de noviembre de 2015

La fórmula es pagar

Este fin de semana ha concluido el campeonato del mundo de fórmula 1 y, con él, las transmisiones de este deporte en abierto para toda España. Al margen de la calidad o mediocridad de las emisiones durante estos años, de los panegíricos indecentes que se han hecho a Fernando Alonso y que sirvieron para minimizar a otros pilotos españoles de la parrilla, o del desaprovechamiento de los derechos por los canales tenedores en estos años, el final de la gratuidad suscita un denso debate acerca de los nuevos tiempos de la televisión.

En su día el tumulto se produjo con el fútbol. Se llegó a hablar de guerra entre las plataformas digitales, que luego acabaron uniéndose. El gobierno de turno legisló sobre el interés común de algunos acontecimientos para asegurar su emisión abierta y la audiencia se sintió compensada con el regalo de poder disfrutar de un Madrid-Barça, los partidos de la selección o los Juegos Olímpicos. Más de una década después, las protestas son mínimas y se corresponden por la mala calidad del servicio más que por el hecho de retratarse para acceder a los contenidos.

Se trata de la evolución natural del deporte. La irrupción de intermediarios para negociar la venta de derechos incrementa el precio de las competiciones y los tradicionales canales no pueden acudir a las subastas solo con el recurso de la publicidad en el bolsillo. La juventud actual no conoce más que de oídas el acceso a una exclusiva cadena de televisión estatal y le puede chirriar esta discusión, que se retomó en el inicio de la temporada del campeonato de motociclismo, que ha convivido entre la emisión ejemplar de pago y la desmerecedora del canal que comparte los derechos en abierto.

Ahora le tocará el turno al automovilismo. La reacción negativa no ha sido masiva por dos razones: primero, aún faltan cuatro meses para que vuelvan a rodar los monoplazas; segundo, Fernando Alonso no levanta la pasión de antaño y sus malas campañas encadenadas han destensado a los aficionados. Pero, ¿eran seguidores del deporte o del piloto? Me temo que España no es país de fórmula 1 y solo el desempeño del asturiano provocó el enamoramiento a una disciplina más propia de británicos, alemanes o brasileños.

La tendencia del negocio es inequívoca hacia el pago por visión. España es el país que reclama los servicios de Dinamarca a cambio de los impuestos de Burundi y no es un modelo de innovación. La adaptación a los nuevos tiempos, por poco que guste a los aficionados, no es acoger como si fueran nuestros al Black Friday, Halloween o Santa Claus; se trata de amoldarse a la caja registradora de los deportes.


domingo, 22 de noviembre de 2015

Flojos frente al dopaje

El dopaje ha provocado una enorme convulsión en el atletismo en las últimas semanas. Los cimientos de este deporte se han corroído a causa de la publicación de un informe que desvela tramas entre la federación rusa y la internacional para la ocultación de muchos análisis y la existencia de una red prácticamente institucionalizada de dopaje. Por otro lado, el Tribunal de Arbitraje sentenciaba a la española Marta Domínguez por irregularidades en su pasaporte biológico.

La vergonzante actitud de España ante el dopaje no es nueva y menos aún que los organismos internacionales sean quienes actúen contra los tramposos de este país frente a la inacción de los domésticos. Políticos y ex compañeros de los implicados suelen defenderlos creando una nueva noción de la presunción de inocencia o, en el mejor de los casos, escurren el bulto cuando son preguntados por un tema al que siempre hay que referirse sin terciopelo. España, aún hoy, sigue advertida por su flojera estructural frente al dopaje.

Por otro lado está un dopaje menos lesivo para la salud del deportista, pero igual de oxidante para la competición: el financiero. También se investiga a España por los contratos que organismos públicos firmaron en su día con algunos clubes, en especial de fútbol, a los que patrocinaron con dinero público. La excusa de la promoción de territorios ha servido para granjearse favores mutuos y desequilibrar de manera artificial y a cargo del contribuyente campeonatos de diversas especialidades.

La lentitud de los procesos sonrojaría incluso a los más adeptos al sistema. La imagen del deporte español, a meses de los Juegos Olímpicos, merece una obra de reforma. Se han dado pasos en la buena dirección pero no son suficientes. La transmisión de valores se mantiene mientras llegan los títulos y las fotografías rimbombantes con las personalidades del momento pero, descubiertas las trampas, se gira la cara a la realidad. Son malos ejemplos, pero ejemplos al fin y al cabo. Lo inteligente sería recopilar todas las fullerías y emplearlas en la formación del deporte base, pero también del profesional para dotar de elementos sólidos a deportistas y dirigentes que les muestren que hay un camino decente más allá de la inyección y la subvención.


domingo, 15 de noviembre de 2015

Madrid-Barça: ¿otra ocasión perdida?

Al comenzar la redacción he pensado que podría parecer frívolo no ocuparse en un blog como este de las últimas tragedias terroristas (Beirut, París) pero me resulta devastador que convivan en un mismo párrafo las palabras deporte y terror. Por ello, con el inmenso respeto a todas las víctimas y sus familiares de esos sucesos, voy a encargarme de la organización que acoge el evento deportivo que llenará las páginas durante estos días: el partido entre Real Madrid y Barcelona.

Es el mejor escaparate para un campeonato, con los dos jugadores que se han repartido el premio de mejor futbolista del planeta durante casi una década, un historial plagado de rivalidad y un magnífico escenario. Cualquier competición del mundo haría de este acontecimiento un espectáculo grandioso, al margen de lo que ocurra en el césped, y aprovecharía su repercusión para reforzar la marca del torneo, de los clubes y del deporte que los acoge. A su vez esta notoriedad se puede utilizar para transmitir valores, iniciativas humanitarias, sociales o medioambientales a todo el mundo.

La Liga ha anunciado la celebración de actividades paralelas en tres ciudades del mundo para dar realce al encuentro. En la explicación se destaca el papel colaborador de lo que llaman broadcasters internacionales o, para traducir, quienes tienen los derechos televisivos fuera de España. Llama la atención la vinculación del presidente a esas empresas y el concurso de las mismas en algo que tendría que ser estratégico y no una ocurrencia de última hora. Pese a este tufillo, bienvenida sea la promoción de la competición.

Pero la Liga española sigue sin encajar todavía la progresión del fútbol a no ser por la ingeniería que utiliza para repartir esos derechos de transmisión. Traslada la imagen de organismo dirigido por un colectivo de zampabollos alejados de la realidad y de los intereses de las aficiones. Su presidente ha logrado generar cánticos en su contra en algunos estadios y sus entuertos han integrado en el mismo bloque de enemigos a la federación, a los jugadores, medios de comunicación, plataformas televisivas y los árbitros. Ha perseguido la compra de partidos pero todos los futbolistas imputados siguen jugando, se ha enzarzado en cuestiones económicas de otros estamentos pero no ha luchado por la transparencia en las cuentas de sus asociados.

Un lavado de imagen enjuaga pero no limpia, ese es el problema. Pero se pueden emprender acciones prolongadas, de corazón, que además pueden conjugarse con la buena imagen. Existen competiciones en el mundo que dedican jornadas a diferentes problemas de la gente, meses al cáncer de mama o a los allegados de militares en misión, semanas a luchar contra la pobreza. En España se lanzó una breve campaña a causa del impacto generado por los miles de desplazados que han buscado refugio en Europa, pero no ha tenido continuidad. La percepción de que se monta una cruzada igual que un safari es descorazonadora porque se puede creer en el fútbol, en el deporte, como un transmisor de buenas prácticas y un modelo de liderazgo ético, atributos para los que un altavoz como el clásico del sábado resulta fundamental. Si es posible cambiar el mundo, es necesario cambiar el deporte.





domingo, 8 de noviembre de 2015

Valentino Rossi, un grande en urgencias

Finalizó el Mundial de motociclismo y Valentino Rossi ha concluido en segunda posición, resultado ante el que una figura de su nivel puede sentirse decepcionada. Tal y como podía aventurarse sin peligro de equivocación, el protagonista ya ha mostrado con vehemencia su descontento con el desarrollo de los acontecimientos en las dos últimas carreras y el título para su compañero de equipo, Jorge Lorenzo.

Pero el análisis que quiero hacer guarda relación con su elección. Rossi es un piloto descomunal, que reúne las condiciones para convertirse con el tiempo en una leyenda, si es que no ha alcanzado aún ese rango. Sin embargo, con su actitud en el penúltimo gran premio provocó un cortocircuito en su propio estatus. El italiano antepuso la urgencia de repetir un campeonato mundial a la trayectoria de competidor admirable. Demostró que escoger a todo riesgo ser un deportista antes que un personaje es un camino que siempre esconde emboscadas. Comprometió al mismo tiempo su presente y su futuro, su palmarés y su historial.

Rossi prefirió ser campeón antes que estrella. Provocó a Marc Márquez con sus declaraciones cuando podía haber hablado con él en privado sobre los mismos asuntos. Habría conseguido, por lo menos, dejar sus rencillas en un escalón de nivel bajo y, en segundo término, no encabritar al catalán. Si este obró bien o mal en su comportamiento deportivo lo dejo para otros soportes porque lo que chirría en este episodio es la táctica de su rival. El revuelo no es el mejor ingrediente del éxito salvo en algunas situaciones desesperadas pero en realidad Rossi no se enfrentaba a ellas en esos instantes.

Transmitir los miedos es una forma de anunciar las debilidades y ofreció un catálogo de ambos. Fueron demasiadas ventajas a sus rivales: al deportivo, Lorenzo, y al emocional, Márquez. Estos, con la ayuda de las matemáticas y las justificaciones que dan los neumáticos, el calor o la curva 14, se convirtieron en quienes podían manejar la situación con mayor garantía de éxito pese a que el líder del campeonato seguía siendo el italiano. Su problema es que hizo todo lo posible para que su preeminencia se limitara únicamente a los puntos porque la estratégica la perdió él mismo.

En el deporte todo sucede muy deprisa y muy buenas diferencias de sus principales actores provienen de su habilidad para manejarse en las urgencias. Rossi tiene las suyas y son muy comprensibles pero permitió que su agenda estuviera dirigida por esas prisas. Es probable que decepcionara a muchos con su conducta pero seguro que en cuanto lama sus heridas se dará cuenta de que él se ha convertido en el principal perjudicado, como deportista y personaje.





domingo, 1 de noviembre de 2015

Barça, comunicación todo a 100

Pocos podían imaginarse que a los observadores del Fútbol Club Barcelona les iba a resultar más sencillo contratar a un goleador que a un director de comunicación. Sin embargo, los últimos elegidos para esta responsabilidad se cuentan a uno por año desde hace varias temporadas.

El club, tradicionalmente capaz de convertir un abanico de posibilidades en un catálogo de inconvenientes, trabaja con varios tipos de comunicación en función del tema sobre el que se pronuncia o del directivo que se expresa; el entrenador tiene la suya propia, casi todos los futbolistas ninguna, sus abogados otra diferente, por ahí van las secciones y el resultado de todo ello es multiplicador: los problemas del Barça parece que cuenten por tres.

De cualquier modo, el principal diagnóstico que se puede hacer de esta situación es que el Barcelona se ha vulgarizado en este asunto hasta ponerse a la altura de la mayoría de clubes de fútbol al carecer de convicción, estrategia y personal adecuado para dirigir el cotarro. Si nos centramos en la que debería ser la acción comunicativa más destacada de los últimos meses, destinada a frenar la crisis surgida a raíz del partido en San Sebastián de la pasada temporada, el análisis es desolador: la reacción fue anunciar un escenario depresivo y una convocatoria de elecciones. En lugar de tranquilizar a quienes entrenaban o jugaban en el club y al resto de trabajadores de la entidad se prefirió cerrar el pico a los opositores y demás componentes del manido entorno.

Todavía habrá quien piense que gracias a esa representación se consiguió ganar el triplete aunque no se ha usado ningún argumento para corroborarlo. Nos encontramos en una nueva era en que la comunicación requiere motivación: quienes nos escuchan, leen o visualizan reclaman que se les hable de las cosas que les interesan y la comunicación del Barça aún no ha sido capaz de asentar canales de diálogo con sus propios directivos y trabajadores, periodistas, competencia y aficionados.

Ya hace más de una década que el director de comunicación del Barcelona reparte concesiones entre los medios de comunicación para que estos puedan hacer promociones de productos oficiales del club. Mientras se prefiera a un experto en mercancías de bazar en lugar de a un puente entre la institución y el periodismo los problemas seguirán pareciendo triples.