martes, 29 de septiembre de 2015

Reputación y deporte

La reputación es algo de lo que vive mucha gente y sin lo que vive mucha más todavía. Por insólito que parezca, el mundo del deporte sigue vacunado frente a las llamadas crisis de reputación. El fanatismo, entendido en el buen sentido de pertenencia a un club, hace que los escándalos, sospechas o transgresiones sean mucho más tibios en el deporte que en bastantes otros negocios. Frente a un déficit sin control, malas prácticas medioambientales o silenciamiento de grupos críticos, los aficionados de todo el mundo siguen celebrando los triunfos de sus equipos.

Mientras la estrella de turno siga perteneciendo a su club, también sus pifias son recibidas con benevolencia. Hemos visto indicios de delitos económicos, agresiones y dopajes que han pasado de largo por la opinión pública al preferir esta buscar a los culpables en el entorno del personaje como si este no fuera responsable de tener impresentables trabajando a su lado.

Sin embargo, aunque no se den cuenta, entidades y deportistas apartan de su camino a potenciales patrocinadores que sí consideran la imagen y la reputación de las marcas con las que se asocian. La publicidad cutre que se puede observar en muchas instalaciones deportivas de clubes de alto nivel o vinculada de forma inexplicable a estrellas de todo pelaje es la mejor manera de comprobar este desequilibrio. Mientras padres, hermanos y tíos (igualmente válido en género femenino), amiguetes y compañeros de los tiempos de la tierna infancia sigan haciéndose cargo de los asuntos de la elite del deporte, muchas grandes corporaciones continuarán ajenas al mismo y, con ello, seguirán limitados los recursos para aquellos que representan la gran mayoría de este universo competitivo.