lunes, 27 de noviembre de 2017

La chilena de Rivaldo

Como continuación a un excelente artículo de Jacobo Correa que recogía la explosión de alegría que vivió el Camp Nou hace unos años, cuando Rivaldo convertía una impresionante chilena, surge este texto en el que aparezco como protagonista en algunas situaciones, que he intentado minimizar en todo lo posible. Mi aparición se limita a ser testigo de la narración pero sin ella habría sido irrealizable el detalle del relato.

Aquella jugada supuso la clasificación para Europa de un Barcelona decadente, en el alambre, y rescató cierta grandeza para un club empequeñecido. De ser otra la institución y otro el futbolista, esa acción se habría convertido en un icono para todas las generaciones. La tradicional falta de delicadeza del Barça con sus grandes y la aún más evidente ausencia de carisma del brasileño han convertido injustamente a esa brutalidad futbolística en un recurso para previas y aniversarios.

La idea de estos párrafos es contar el día siguiente, dado que todo lo ocurrido en el césped, el palco y la grada fue ya referido en la recomendable historia de Jacobo. En realidad sucedieron las cosas cotidianas que a cualquiera le podían haber pasado un día normal de su vida, e inesperadas en el mejor jugador del mundo, héroe del barcelonismo y personaje perseguido por los medios de comunicación para abrir sus portadas y programas.

Pasadas las doce del mediodía, recibí la llamada de Rivaldo, con quien había trabado una magnífica amistad desde mi posición de periodista y con quien, por ejemplo, redactamos un libro con sus memorias. Su intención era preguntarme qué repercusión había tenido su actuación, ya que, al margen del gol, su partido ante el Valencia fue soberbio, y prefería que alguien le filtrara las noticias en lugar de hacer cualquier descubrimiento por sí mismo. De igual modo, reconoció que las felicitaciones en el vestuario y en su agotado teléfono móvil fueron extraordinarias y bromeó con la apertura de un restaurante italiano nuevo en la Diagonal en el que podíamos encontrarnos. Ese local era al que solíamos acudir con frecuencia y, en concreto, se trataba de un establecimiento con varias décadas de existencia.

Pese a considerar nuestra amistad, mi alma de informador recibió el impacto de ser la persona que iba a compartir un plato de pasta y un refresco con la figura del día anterior. La comida fue rápida, en compañía de su esposa en aquel tiempo, y casi no hablamos de fútbol. Alguien a quien desde niño se le llamó patapalo había saldado muchas cuentas con su gran año pero no las necesarias como para que el fútbol le gustara. Si hay alguna cosa que siempre me llamó la atención de Rivaldo es que nunca amó al fútbol, en correspondencia con el rechazo que este mundo le propinó en no pocas ocasiones. Por tanto, hablamos de sus hijos, del buen tiempo que hacía y de unos problemas domésticos sin importancia.

Este era Rivaldo, capaz de ser el mejor y el peor jugador del mundo en el mismo partido, como sentenció el aguijón comentarista del mítico Tostao. Hizo de su mañana un día mundano, en el que estuvo encerrado en casa, viendo la televisión y jugando con el ordenador hasta la hora de comer, alejado de los esfuerzos de tantos periodistas para arrancarle una imagen o una declaración y del bombo generado por una jugada sublime, de la que sus críticos de la época dieron todo el mérito al autor del pase que la precedió. Hasta en la autoría de un movimiento histórico tuvo discusión Rivaldo.

Fue consciente de la negación y sacó a relucir cuando nos despedimos a quienes no comulgaban con su forma de ser. Acusado por el presidente y el entrenador, el brasileño tuvo que moverse en muchas ocasiones en las aguas más turbias del entorno dirigido de la entidad, lo que reafirmó sus recelos sobre el fútbol.

Cuando pensé que el día había acabado unas horas más tarde, ya en mi casa recibí otra de sus llamadas telefónicas. En esta ocasión se encontraba parado junto a una gasolinera buscando una dirección. El protagonista de hacía 24 horas estaba pasadas las nueve de la noche perdido en Barcelona. Esto no sería de extrañar en unos días en que aún los mapas de papel eran una buena ayuda, pero lo llamativo fue la razón: tenía una persona nueva trabajando en casa para ayudar en las tareas y al hacerse tarde no tenía transporte para volver. Rivaldo se ofreció a llevarla en coche en lugar de llamar a un taxi con la desdichada casualidad de que vivía en una zona de la ciudad en la que con toda probabilidad el jugador nunca había puesto sus pies. Su consulta fue sobre qué camino tomar para llevar a su afortunada pasajera hasta su domicilio.

En estas líneas hay literatura en la forma pero no en el fondo. Son dos o tres acontecimientos que definen a alguien que llegó a ser considerado un semidiós pero que nunca pudo mantenerse en el papel, ni siquiera con una chilena salvadora. La chilena de Rivaldo.


martes, 21 de noviembre de 2017

Iniesta y Buffon, la puerta del contenido

Un par de días antes del encuentro entre la Juventus y el Barcelona, ambos clubes publicaron en sus redes sociales un bonito ejercicio, en el que realizaban un cuestionario parejo a sus dos grandes capitanes, Gianluigi Buffon y Andrés Iniesta. Más allá de la naturaleza de las respuestas, ninguna maliciosa por descontado, esta materia fue una chispa de frescura en el enmarañado mundo de la comunicación corporativa de clubes y jugadores al basarse en un concepto capital pero al que desatienden por norma estos colectivos: el contenido.

Solo hace falta reparar en algunos datos para entender que los contenidos hoy son vitales: las páginas web de algunas marcas de bebidas parecen ser de organizadores de eventos, diarios que organizan conciertos o petroleras que movilizan para disputar una maratón son ejemplos de que todos queremos algo más que un simple comunicado. Buffon es un tipo que en su día se significó contra los recortes presupuestarios de su gobierno y lamentó eliminaciones de su equipo y selección pensando en la gente, alguien que atiende con contundencia a la actualidad y que, en resumen, ejerce un liderazgo brutal. Con Iniesta la genética no ha sido tan generosa para la comunicación como lo fue para el arte y de hecho su declaración más activista fue un monosílabo al ser preguntado por unas palabras de su presidente. Sin embargo, su comportamiento de talante familiar le ha convertido en una figura muy respetada.

La ausencia de contenidos desde los clubes se ha producido por la amputación registrada en las relaciones entre plantilla y periodismo. La proliferación de medios, las redes sociales y los intereses de todas las partes en conflicto han tapado la boca de los protagonistas. Estos también pueden entender que ofrecer una rueda de prensa o una entrevista para hablar de los demás no les resulta buen negocio y prefieren limitarse a una intervención protocolaria en una previa o una zona mixta de vez en cuando.

No se ha inventado la pólvora con este régimen de convivencia. En Inglaterra e Italia es funcional desde hace décadas pero allí el recambio ofendió en muchas ocasiones al fútbol: mientras los isleños se decantaron por escarbar en la vida privada de los personajes, los peninsulares optaron por la información de mercado, incansables ante cualquier posibilidad de intercambio o contratación, por descabellada que pareciera.

Aquí esta situación tiene sus riesgos y sus ventajas. Al carecer de protagonistas y no reducirse el espacio destinado a la información, los vehículos de comunicación los han sustituido por otros personajes. El caso es que estos son los periodistas, que hemos tomado el testigo como auténticos emprendedores para rellenar los huecos dejados por la presunta censura. Es opinable el camino elegido hasta esa posición, que con frecuencia ha sido el más fácil y no siempre el más admirable, pero no hay discusión en que todo aquel que desea pasar el rato con el deporte tiene recursos sobrados para hacerlo en cualquier medio.

Hoy en día la combinación de información y entretenimiento es la oferta principal. Gerard Piqué ha mostrado su desdén por los medios pero no por el contenido: no necesita al periodismo, dice, pero sí la transmisión de información. Por ello destaca como pocos de sus colegas en las redes sociales y en los discursos con contenido. Solo puede reprochársele como estratega que no dedique una parte de su excepcional talento a la difusión de buenas prácticas y mensajes de tipo humanitario. Guste o no su particular estilo, es un avanzado en el fútbol presente.

Compartimos contenidos sin parar y en general lo hacemos porque se trata de información útil, aspectos emocionales, contenido positivo o movilizador. Casi el 60% de los humanos dice compartir contenidos con frecuencia. Sin embargo, es raro ver interacciones en las redes sociales por parte de clubes, más allá de concursos y mensajes de publicidad, y casi imposible del lado de los futbolistas. El periodismo tiene perdida la batalla de la digitalización de contenidos interesantes por la inacción de sus dirigentes y la falta de imaginación: ningún medio ha sido capaz de inventar ninguna red social. El fútbol, como muchos deportes de estructura añeja, anda por el mismo camino, y necesitará mucho más que vídeos con estupendas figuras para recortar esas distancias.



miércoles, 8 de noviembre de 2017

El senador Romario

Romario de Souza es hoy un senador prominente de la república del Brasil, presidente de la Comisión de Cultura y Deporte de la cámara y azote de la corrupción en su país y de las discriminaciones a las personas con discapacidad y en riesgo de exclusión. Sin embargo, fue un futbolista brutal, delantero extraordinario, que vivió del gol, a quien consideró su mejor amigo, y que jamás fue insolidario con sus compañeros ni enamorado de los clubes en los que militó, entre ellos, el Barcelona: “llego, saludo, trabajo y me voy” fue su forma de vivir, tan válida de declaración de intenciones como de epitafio.

Fue tal su irrupción en el Barça que el entonces entrenador, Johan Cruyff, amenazó al presidente Núñez con no asistir a la presentación del equipo si en ella no estaba Romario. Su llegada al club vino precedida de una fama de personaje mezquino, esquivo y malcarado. Algo que tuvo en cuenta en su primer discurso como nuevo barcelonista, en el que expresó como única promesa que demostraría que no era tan mala persona como se decía en Holanda. Precisamente allí, en su etapa en el PSV Eindhoven, un directivo le lanzó una guía telefónica a la cabeza para provocar alguna reacción en Romario, lo que no logró ni con la agresión, dado que el brasileño siguió con su rutina en el vestuario sin inmutarse. Allí conoció a Bobby Robson, más tarde técnico azulgrana, a quien siempre definió como tan mal entrenador como buena persona, y también en Eindhoven discutió con sus compañeros sobre el césped para lanzar un penalti, a los que, después de marcar, se quitó de encima cuando se le acercaron para abrazarle.

Holanda se familiarizó con el mundo de las enfermedades tropicales gracias a Romario, quien aparentemente las sufrió todas en su época cada vez que prolongaba su estancia en Brasil. Una vez hizo que le publicaran una fotografía en los periódicos dentro de la cama en un hospital de Río, según la información, aquejado de dengue. Se trata de una enfermedad que entre otros síntomas lleva a una palidez exagerada, desacorde con su rostro tras un mes de playa. Repitió continuamente que a un holandés no se le podía decir nunca la verdad porque se trata de un pueblo muy impresionable. En cambio, con Cruyff todo fue diferente porque, según el futbolista, su comportamiento era el de un catalán, pese a lo cual tuvo sus diferencias hasta el punto de decirle que no era su padre y que por tanto aparte de la multa por llegar tarde no le consentía ninguna arenga ejemplarizante. El entrenador le envió a una consulta con un doctor de su país, a lo que el atacante respondió que si se lo mandaba iría, le saludaría, se haría una fotografía con él y volvería a Barcelona pero que aquel hombre no le pondría una mano encima.

Romario solo vivió en hoteles en su corta estancia barcelonesa. Se doctoró en la soledad, y siempre expresó sus preferencias con el ejemplo de los tigres. Decía que era como uno de estos magníficos animales, que esperan con paciencia para atacar a su presa. Hasta donde él sabía, los tigres eran bestias solitarias. Solo le faltaba averiguar si también eran nocturnas.

La noche fue su gran aliada. Salió mucho pero nunca bebió alcohol ni fumó. La directiva del Barcelona le puso un detective (“si lo encuentro se van a enterar él y la directiva”) con el que finalmente se topó: le explicó que la noche le saldría muy cara si tenía previsto seguirle y le propuso invitarle a la última consumición antes de mandarlo a casa. Una noche, se presentó en la emisora en que yo trabajaba sin avisar y un compañero me llamó a casa pasadas las doce: le encontró sentado en el suelo de la recepción firmando autógrafos en un fajo de folios para las señoras de la limpieza. Algo similar pero más ingenioso realizó en un viaje con el club, en el que una multitud asaltó el vestíbulo del hotel. Firmó un papel, se lo dio al recepcionista y le encargó que hiciera cien fotocopias y las repartiera entre la turba antes de salir corriendo a su habitación.

Sus relaciones con los medios de comunicación tampoco fueron ejemplares. Una pareja de enviados especiales viajó desde Francia para entrevistarle tras concertar la cita a través del club. Les hizo esperar dos horas y, cuando llegó, fue recriminado por su demora. Se fue a dormir y les informó de que iban a esperar otras dos horas por haberle gritado. La entrevista no se hizo hasta meses después, cuando medié para que recibiera a otros dos informadores de aquel medio. Fue en Arabia Saudí, y quedamos a las siete de la tarde: “subo un momento al cuarto y ahora bajo”. A la una de la mañana se marcharon mis amigos sin haber hablado con él. Me quedé en el bar para acabar mi refresco y ahí apareció Romario preguntando por mis amigos, con seis horas de retraso.

Al contrario de lo que pasa con la mayoría de futbolistas, para referirse a esta figura, capaz de decir de Pelé que era un poeta cuando estaba callado, todavía se puede utilizar el presente de indicativo. A Romario le echaron del Mundial de Francia sus seleccionadores por ser el único futbolista del mundo capaz de disolver cualquier grupo humano, según los personajes. Pero uno de sus compañeros en aquel torneo confesó en privado que, cuando vio que aquel se marchaba de la concentración, supo que Dios no quería que Brasil fuera campeón del mundo. Por otra parte, también dijo que lo entendía porque les había hecho de todo a los entrenadores. Romario, el jugador incapaz de retirarse y compartir días enteros con su familia sin hacer nada, ha optado por servir a su país, con compromiso y conciencia social. El senador Romario fue, pero sigue siendo, uno de los últimos héroes de Brasil.


jueves, 2 de noviembre de 2017

Mixtos por la igualdad

Hace unos días, una niña llamada Emily Nash, de 13 años de edad, se impuso en un torneo de golf entre escuelas organizado en una localidad de Massachussets, en los Estados Unidos. Este logro deportivo habría sido irrelevante en una sociedad igualitaria tanto como en una humanidad que desatiende el deporte infantil o aficionado en cualquier comparación con la actividad profesional. Pero el triunfo de Emily no solo es destacable por haberse conseguido en un torneo mixto, sino porque su victoria no mereció el premio, que se otorgó al segundo clasificado.

No le sirvió a nuestra heroína disputar los mismos hoyos que sus rivales masculinos, salir desde el mismo punto (tee) en cada uno de los recorridos ni avanzar en cuatro golpes a sus perseguidores más próximos. Una vieja regla establece de forma implacable que las niñas solo pueden computar como miembros de un equipo, sumándose su desempeño al colectivo y desmereciendo su concurso individual. De ese modo, la gran actuación de la vencedora sirvió para sumar puntos a su colegio, no para recibir el trofeo que tanto merecía. Los organizadores y jueces se remitieron a la normativa para cerrar el asunto.

Los avances por la igualdad se producen a diario en el universo del deporte pero no alcanzan a todas las especialidades ni lo hacen con la contundencia necesaria. Tampoco es sencillo encajar los deseos de todos los grupos de interés que intervienen en este tema y menos aún determinar en qué deportes pueden competir hombres y mujeres mezclados o entre sí. En todo caso, un buen inicio sería desconectarse de la tradición que aporta normativas rancias y evolucionar tal y como lo hace la sociedad.

Existen algunos eventos que permiten su disputa en equipos mixtos pero solo un deporte, el korfbal se disputa con esa modalidad de forma reglamentaria. El motociclismo y el automovilismo son ejemplos de coexistencia masculina y femenina pese a que cada vez es más importante la forma física para su participación. Hace unas semanas, Ana Carrasco se convirtió en la primera mujer que se impone en una prueba de un campeonato mundial de motos. La Fórmula 1 o la Indycar han contado con representación femenina a lo largo de su historia: de las 956 carreras del campeonato del mundo entre 1950 y 2016, 16 han disfrutado de mujeres en la parrilla, un 1,67 por ciento; en la categoría estadounidense, de 304 pruebas disputadas entre 1996 y 2016, 211 han sido las que han tenido mujeres pilotando, un 69,41 por ciento. Otros deportes, como la equitación, la vela o el tenis han permitido parejas mixtas en exhibiciones y algún partido oficial.

Un importante paso adelante lo protagonizó el Comité Internacional Olímpico, que en su asamblea celebrada en el mes de junio aprobó una serie de medidas que facilitarán tanto el espectáculo como un mayor protagonismo de las atletas. De hecho, con estas iniciativas ha conseguido que, pese a reducirse el número de deportistas en general, los Juegos Olímpicos de Tokio sean los que mayor participación femenina van a registrar de toda la historia. Relevos como el 4 x 400 de atletismo y el 4 x 100 estilos en natación serán mixtos, al igual que alguna modalidad de triatlón, tiro con arco y dobles en el tenis de mesa.

El fútbol es indiscutiblemente un altavoz fabuloso para todo tipo de movimientos, en especial los de carácter social. El último encuentro de la Liga femenina, disputado entre Atlético de Madrid y Barcelona, tuvo niveles muy notables de audiencia, así como muchos otros acontecimientos con concurso exclusivamente femenino y que han sido fructíferos para el palmarés de sus países. En todo caso, cualquier herramienta saludable es buena para acercar a ambos sexos a la élite del deporte, con iguales retribuciones y premios.

Tampoco el periodismo queda exento de culpa en todo este embrollo. Según un estudio de la organización Women’s Media Center, en las secciones informativas de los medios de comunicación la de deportes es la menos femenina, dado que cuenta con una media del 11 por ciento de representación, seguida por la información meteorológica, con un 28 por ciento, y la de juzgados, con un 32 por ciento de mujeres enroladas. Son datos que corresponden a estructuras norteamericanas pero no son irrelevantes en su extensión al resto del mundo. Todos los actores del deporte, proyección de los actores de la sociedad, estamos llamados a seguir adelante, a evitar discriminaciones de cualquier tipo y a fomentar la igualdad porque una educación igualitaria tiene la oportunidad de aprovecharse del talento de toda la población, no solo de una mitad.