La fórmula 1 ha vivido este fin de semana en Texas unas
jornadas de mucha tensión. Desde los organizadores hasta los espectadores,
pasando por constructores, pilotos, profesionales de las cadenas de televisión
o servicios médicos, han lidiado con las consecuencias climatológicas de la
cola de un huracán.
Es cierto que se trata de una coincidencia muy desafortunada
pero esta experiencia ha servido para constatar que uno de los mayores
espectáculos deportivos es al mismo tiempo uno de los menos preparados para
compensar a las audiencias la falta de entretenimiento en los largos periodos
en que los monoplazas no han rodado. La rigidez del sistema que controla a la
competición ha ido a dar, precisamente, con las preferencias de un país que con
frecuencia protagoniza todo lo contrario en sus manifestaciones del deporte.
Aún peor, Estados Unidos también vivió uno de los espectáculos más lamentables
de la historia de la fórmula 1 cuando solo seis bólidos compitieron en la
edición de 2005 por los problemas del resto con los neumáticos.
Está visto que contar con la mejor tecnología para prever la
lluvia y preparar las máquinas no representa disponer del mejor ingenio para
ocupar el tiempo muerto. Retrasar caprichosamente las sesiones amparados en los
motivos de seguridad debería conllevar alternativas que incentiven por ejemplo
la participación de los espectadores, reaccionar con la convocatoria de
concursos a través de las redes sociales en los que obtener algún premio de las
escuderías, habilitar una zona para poder acercarse a las áreas que
habitualmente están vetadas a quienes carecen de una acreditación, emitir carreras históricas o instantes relevantes de las mismas a través de las pantallas del circuito, o crear
fotografías virtuales con los ídolos.
La máxima debería indicar que a problemas excepcionales se
contrapongan soluciones excepcionales. La reputación de este campeonato suele
encontrarse cuestionada en Estados Unidos porque su competencia, en el país del
motor, es enorme y muy arraigada. Pero además, la fórmula 1 no entiende todavía
que sus grupos de interés deberían tener en su mano canales para participar,
desde su casa o en las gradas, en el espectáculo sin tener la necesidad de
subirse a un bólido.