El deporte está identificado con la marca de varias maneras
aunque la que prevalece es la corporativa. Es conocido el nombre de las botas
de los futbolistas, las camisetas de un atleta o el motor del bólido de un
piloto pero la marca personal de cada uno de los protagonistas permanece
anónima. En la mayoría de casos, es inexistente.
Se realizó hace un par de años un estudio entre jóvenes
estadounidenses que reflejó que la mayoría eran capaces de identificar unos mil
logotipos distintos pero no podían reconocer ni diez especies vegetales o
animales de su entorno. Estamos en tiempos de libre acceso a la información y
los deportistas no se han dado cuenta todavía de los nuevos seguidores,
mercados y recursos a los que podrían acceder.
Son muy pocos quienes han dejado de ser dioses para
convertirse en líderes, no de un vestuario sino de la sociedad. Los
protagonistas de los deportes han sido confinados a los límites de la instalación
en que practican su profesión y no han sabido trascender estas fronteras. Basta
con mirar los últimos datos sobre las preocupaciones de la ciudadanía y repasar
las declaraciones de los deportistas: es imposible encontrar alguna
coincidencia. El deporte ha olvidado que funciona dentro de una estructura
social formada por personas y que estas, pese a su lealtad a los colores, viven
en un mundo real.
En el proceso de creación de una marca hay que atravesar por
tener una actitud reconocible y con personalidad, pero también por proponer
mensajes, acciones y comportamientos que la gente desee compartir. Repartir
juguetes, dar nombre a fundaciones estrambóticas o viajar una vez al año a zonas desasistidas son actitudes loables
pero insuficientes, casi exóticas. Mientras los deportistas no comprendan que
su posición les exige enarbolar ciertas banderas de demandas sociales seguirán
viviendo en la magnífica burbuja de irrealidad que entre todos les hemos
construido. Pasar de deportista a personaje no es sencillo pero es duradero porque mientras el primero caduca pronto, el último siempre permanece.
La imagen pertenece a una campaña humanitaria del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) de 2005, agencia de la que Ronaldo Nazario y Zinédine Zidane son embajadores. La fotografía está firmada por Dominique Issermann.
La imagen pertenece a una campaña humanitaria del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) de 2005, agencia de la que Ronaldo Nazario y Zinédine Zidane son embajadores. La fotografía está firmada por Dominique Issermann.
Totalmente de acuerdo contigo, David.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, David.
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