El último número ha correspondido al locuaz agente de Gareth
Bale pero la lista que le precede es muy extensa. Las declaraciones de quienes
rodean a los deportistas acostumbran a provocar desencuentros entre sus
representados y el mundo en general. Únase al gremio a cuantos brazos de un
árbol genealógico puedan imaginarse, siempre que la edad los haga coetáneos al
protagonista. En resumen, el entorno cercano del deporte tiende a hablar más de
la cuenta y a destiempo.
En cualquier organización estas estridencias serían
corregidas, si no prevenidas antes de que se produjeran. Sin embargo el deporte
permanece ajeno a las consecuencias de reputación y todo lo que conllevan. La
sensación es que ni los propios deportistas entienden el valor de su marca
personal y que circunscriben los daños a mantener su nivel económico. El
principal problema reside en esta cuestión: quienes largan sin tino suelen ser
a la vez aquellos que se encargan de negociar sus contratos y parecen tener
arrogada la condición de ser infalibles.
Siempre que se prefiera a una caja registradora antes que a
un portavoz nos encontraremos con el desajuste. El gran reto del deportista es
visualizarse a sí mismo como una empresa. Al fin y al cabo, tiene ingresos y
gastos, contrata proveedores, ofrece sus servicios o productos, genera riqueza
y comunica. Muchos de ellos (y ellas, por supuesto) ingresan más que la mayoría
de las pymes, por lo que resulta curioso que no dispongan de ningún tipo de
estrategia para funcionar. Cuando se les estropea el coche, acuden al mecánico,
si tienen una molestia, al fisioterapeuta, en caso de contratar un viaje
confían en una agencia. ¿Qué hace que su comunicación e imagen estén en manos
de personas que no tienen ninguna preparación?
Pienso que la respuesta viaja entre el desinterés y la
desinformación. Nadie se sienta con ellos para preparar una entrevista o una
rueda de prensa, ni analiza la actualidad o el calendario para encontrar los
momentos oportunos y las temáticas adecuadas, no estudian qué actividad
humanitaria desarrollar ni las consecuencias de carecer de todo esto. En resumen,
piensan que su talento para desempeñar con maestría su deporte es válido para
todo lo demás sin reparar en que por la boca de sus representantes y familia se
escapan grandes pedazos de su imagen.
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